ARTICULOS PROPIOS

EL CORDOBAZO 1969: ANTECEDENTES REMOTOS Y CERCANOS

Existe una tendencia que creo que no debe atribuirse solamente al paso del tiempo y que surge en algunos analistas actuales al referirse a los sucesos de mayo de 1969 en Córdoba, definidos por la expresión el CORDOBAZO.

Tendencia que centraliza su análisis en las conmociones públicas que suscitadas en aquella fecha parecieran circunscribirse casi exclusivamente a las mismas, sin un contexto más amplio de gestación. Invocando solamente la condición de un testigo presencial de aquellos hechos quiero aportar algunas pautas al recuerdo de los mismos. Reconociendo de antemano su insuficiencia y la probable necesidad de ampliarlas alguna vez, pero considerándolas necesarias al inmediato presente.

Creo que el estallido de mayo de 1969 se fue gestando desde bastante tiempo antes, señalando una fecha identificable en junio de 1964 con el denominado Plan Nacional de Lucha de la CGT, oportunidad en que el movimiento obrero y la gran mayoría de las agrupaciones estudiantiles coincidieron en una toma de fábricas y por primera vez desde 1955 fue tomada la Universidad Nacional de Córdoba por los estudiantes en adhesión al movimiento de los trabajadores. Aquel hecho culmino en una concentración en el edificio de la CGT cordobesa y las palabras de su secretario general de entonces Alejo Simo explicando lo ocurrido son muy elocuentes al respecto especialmente el siguiente párrafo: ”hoy los trabajadores vivimos una jornada de lucha, pero eso no es todo, por primera vez nos acompañan los estudiantes universitarios de hoy que están presentes ahora mismo. Para estos estudiantes siempre estará abierta esta casa en tanto que, para otros estudiantes, los de ayer, que en un momento desgraciado de nuestra historia se prestaron en 1955 a tirotear estas paredes o a colaborar   con las autoridades ilegitimas de la intervención impuesta por los golpistas les estamos diciendo adiós para siempre”. (Recopilación de periódicos de época)

Creo que no se equivocaba en su apreciación de la oportunidad histórica, atrás quedaba el viejo estilo de los estudiantes aburguesados y alejados como en una isla del pueblo llano y sus luchas. Y su diferenciación con los nuevos actores estudiantiles con su vocación de crear una Universidad comprometida con un país sin exclusiones y para todos. Esa confluencia de actores fue una de las primeras piedras de lo que luego se llamó la unión de obreros y estudiantes. La que suele citarse intemporalmente, pero que a mi entender tuvo sus primeros e importantes   pasos en aquella jornada.

Apenas dos años después, el 28 de junio de 1966, un golpe de estado que se autodenomino la “revolución argentina” impuso como presidente al Teniente General Juan Carlos Ongania. El que prácticamente desde el inicio mostró su estilo: adhesión a los principios del cursillismo católico conservador y consecuente designación de interventores provinciales acorde ese perfil ideológico. Disolución del Congreso Nacional, separación en sus cargos de la Corte Suprema y re designación de nuevos miembros. Suspensión de las actividades político partidarias y disolución en todo el país de los partidos políticos

Y en cuanto a su plan general de gobierno el gobierno Ongania tras suspender la vigencia de la norma constitucional reduciéndola al plano declarativo en su lugar proclamó la vigencia de un “Estatuto de la Revolución Argentina “el que a través de “ACTAS INSTITUCIONALES” determinaría en carácter de norma suprema las políticas de Estado.

El tiempo de duración del gobierno era indeterminado, temporalmente sujeto al cumplimiento de los OBJETIVOS REVOLUCIONARIOS definidos primero en un tiempo económico, segundo en un tiempo social y finalmente en el horizonte en un enigmático tiempo político.

Las medidas económicas vendrían gradualmente en una formula hoy duramente conocida por el pueblo argentino. Un gobierno autoproclamado nacionalista con tinte corporativo se descolgará inicialmente con ajustes neoliberales, pero prometiendo una apertura “salvífica” en un incierto futuro. Y para ello recibió la colaboración de las mejores espadas de la “intelligentzia del capital extranjero

(“Las Constituciones de la Argentina 1810/1972” Recopilación de Arturo SAMPAY Edición. Eudeba año 1975)

Si bien la ocupación del poder fue recibida con una inicial expectación social, la que algunos equivocadamente interpretaron como un consenso tácito, en el ámbito universitario la reacción no tardo en expresarse y fue adquiriendo cada vez mayor intensidad. Especialmente a partir de la intervención de todas las Universidades Nacionales y la designación de interventores identificados con la política del gobierno de facto, un caso muy notorio en Córdoba. El ministro Martínez Paz ministro y promotor de la norma y el interventor escogido para Córdoba Ernesto Gavier era casi una sola persona.

En menos de tres meses la temperatura política alcanzo su clímax anotando en ello los acontecimientos conocidos como “la noche de los bastones largos” en Buenos Aires, los que no forman parte de este análisis. Específicamente en Córdoba lo fue el inicio de una huelga de hambre en la Iglesia de Cristo Obrero por   estudiantes vinculados al movimiento integralista de inspiración socialcristiana y también la respuesta general unánime del movimiento estudiantil, sin distinción de matices ideológicos, la que se tradujo en masivas protestas callejeras,que recibieron fuerte represión policial desde el primer día.

En ese marco de reivindicación y represión ocurrió la que creo fue la primera baja de la unión obrero estudiantil y el presagio de los hechos de un trienio después, me refiero a la muerte de Santiago Pampillón.

El 12 de setiembre de 1966 a las 19 hs en pleno centro de la ciudad de Córdoba, en la calle Colon casi esquina Gral. Paz un grupo de estudiantes manifestaban a viva voz contra la intervención universitaria y recibían la brusca intercesión de la policía provincial con uso de gases lacrimógenos y bastones. En esa circunstancia puntual y en medio del forcejeo y la dispersión un grupo de estudiantes resulta aprehendido y antes de que se proceda a su traslado a los vehículos afectados a ello, un estudiante intercede físicamente por otro compañero aprehendido, logrando su propósito y emprendiendo luego ambos la fuga en diferentes direcciones.

Ningún estudiante, según se constatara prevencionalmente después, tiene armas de ningún tipo y solo les resta abandonar rápidamente el lugar. Pero en ese momento un policía extrae un arma de fuego y dispara a la espalda de uno de los fugados, escuchándose tres disparos, y uno de los estudiantes se desploma en la calle quedando inerte en el piso.

El personal policial vestido con traje de fajina y casco procede a levantar al yacente y a trasladarlo como un bulto, ya que el mismo permanecía inconsciente, hasta un vehículo que abandono el lugar, presuntivamente hacia un hospital.

En horas se sabrá que el herido está en grave estado, a raíz de un impacto de bala en la cabeza, y su situación es comprometida. Efectivamente nunca recuperara la conciencia y en un par de días habría de fallecer. Protestando contra un gobierno ilegitimo y resistiendo a una intervención universitaria arbitraria un estudiante fue abatido por la fuerza pública. La justicia provincial de instrucción penal tomo intervención en el caso en forma inmediata.

La investigación penal comenzó en medio de los tumultos y protestas estudiantiles de esa noche, aun cuando no se sabía si el estudiante sobreviviría. Su nombre era SANTIAGO PAMPILLÓN, tenía 24 años, su perfil no era muy distinto de los cientos de estudiantes universitarios del interior aquerenciados en Córdoba.

Había empezado en la Escuela de Suboficiales de la Fuerza Aérea adonde llego a ser abanderado. Continúo como estudiante de ingeniería, alternando los estudios con un trabajo para solventar unos exiguos fondos para subsistir. Oriundo de Mendoza venido de una familia humilde, reunía a pesar de su juventud dos perfiles muy significativos era un estudiante y era un obrero asalariado. Su nombre se repitió en cientos de pancartas, grafitis y volantes durante todo el proceso de huelga y bastante tiempo después. Pero a la larga quedo disimulado en la dolorosa lista de nombres que vendrían después, a raíz de las luchas de aquellos años.

Existe una frase que dice que a los estudiantes fallecidos en esas contiendas los recuerdan por un tiempo sus compañeros, hasta que la vorágine de los hechos y la variación del contexto de época los van dejando solos.

Y entonces casi irremediablemente son sus seres queridos los que antes y después se terminaran quedando solos con su íntima memoria.

La investigación instructora judicial emprendió las diligencias con premura tratando de reconstruir el hecho en base a constataciones en el lugar e identificación de testigos relevantes. Sin embargo, a medida que pasaban los días las mismas no aportaron elementos significativos. Quedando reducidas solamente a que la comisión del hecho había ocurrido en la calle donde el cuerpo fue levantado y trasladado para su atención médica. Pero salvo que el agresor fue una persona de uniforme y con casco, no surgió ningún otro elemento fehaciente. No habiendo quedado acreditada nada más que la materialidad del hecho, pero no la autoría, toda asignación de responsabilidad entro entonces en una vía muerta de la que nunca más salió.

Tiempo después varios, por entonces alumnos de la carrera de derecho, recurrimos a quien había sido un participante judicial clave en el proceso como fue el Dr. Víctor Reinaldi, el que era también profesor universitario de derecho penal. Y este nos aportó algunos datos como el de que durante la instrucción fueron interrogadas alrededor de cincuenta personas cercanas al lugar y no fue posible en ningún caso vincular los testimonios   entre sí. No siendo ninguno apto para sostener el cargo, dándole así el carácter de prueba indubitada indispensable para la continuidad regular del proceso. (Recopilación de periódicos y otras publicaciones).

No hay tampoco datos fehacientes de cual pudo haber sido la militancia política de Santiago Pampillon. Salvo una efímera participación gremial como delegado sectorial en su trabajo.

Por ello cobra relieve, en mi opinión indirectamente, un breve poema publicado y conocido hacia 1969, como una parte a su vez de un trabajo publicado bajo el título “Crónicas de Cuba” Ediciones J. Álvarez. El mismo debe su autoría, sin mayores detalles, a un ignoto poeta que lo rubrica bajo el nombre de Luis Suardiaz. Y su título: “Hoy doce de setiembre, en Córdoba” presta a su trágico final un marco de sutil matiz ideológico:

“No sé quién fue Santiago Pampillón,

Pero está muerto en Córdoba. Su cadáver,

Hoy doce de setiembre, fue robado de un hospital

metido en la sombra y enterrado también

entre otros expedientes. No conozco a aquellos

que le buscan, que golpean las paredes gritando

el nombre del compañero caído bajo Onganía.

Y sin embargo debo informar que esta mañana

Como por arte de magia negra, el estudiante

Santiago Pampillón ya no respira, ya no levanta un cartel

contra la tiranía, ya no sueña y es ahora un muerto implacable

en su Argentina. No sé quién es, no lo conozco. Pisoteado

por gorilas menores, amenazado por el polvo, sin un arma

a la hora de morir, el semejante Santiago Pampillón.

Hoy Doce de setiembre en Córdoba”.

CONTINUARÁ… 

 

Carlos Alberto MORENO JUAREZ

Abogado – Responsable Zona Sur del Instituto Superior Arturo Jauretche

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