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PLAN DE OPERACIONES: DE CHACABUCO A MAIPÚ EVOLUCIONES EN EL PLAN CONTINENTAL

Hay que partir de la base que San Martin ejecutor talentoso del plan de Maitland al que conocía por la versión que el jesuita expulso Godoy probablemente le hizo llegar, por alguna vía, polémicamente desconocida y del que en lo esencial hablo poco y con muy pocos.

Y el que para ser aplicado en su totalidad requería pasar la cordillera y embarcar en Talcahuano a su ejército, con la menor cantidad de pérdidas humanas, para dar la batalla decisiva en el Perú el corazón territorial del enemigo. “Ya le he dicho cuál es mi idea. Un ejército pequeño y bien disciplinado en Mendoza para pasar a Chile y acabar allí con los godos, apoyando a un gobierno de amigos sólidos; aliando las fuerzas pasaremos por el mar a tomar Lima, ese es el camino y no este mi amigo. Convénzase Ud. que hasta que no estemos sobre Lima la guerra no acabara. “(Carta a Rodríguez Peña doc.cit.)

El primer contratiempo que se le planteo fue la caída de Chile en manos del enemigo por obra, entre otras cosas, de la guerra interna que libraban entre si carreristas y partidarios de Bernardo O Higgins Riquelme.

Contado por los mismos realistas, ellos se jactaban de que su ejército en Rancagua derroto a dos ejércitos chilenos a la vez. Ya que estos en el campo de batalla no se prestaban mutuamente auxilio entre sí ( 1 )

A raíz de ello, también pudo evaluar San Martin el perfil de algunas de esas expresiones enfrentadas en Chile.

Luego de la derrota de Rancagua y por las represalias que tomaron los realistas hubo una migración masiva de miembros de ambas facciones chilenas a la región argentina de Cuyo.

Así llego José Miguel Carrera, al frente de una columna de sus partidarios, a Mendoza a la sazón gobernada por San Martin.

El recién llegado omitió la presentación de rigor a la autoridad local y más tarde exigió tener un espacio propio bajo su control en razón de ser un “gobernante chileno exilado”. Y considerando que él debía ser el único interlocutor ante todos los emigrados chilenos y ante la autoridad local.

Pero San Martin no accedió a ello y procedió a desarmar a sus partidarios con la fuerza pública. Este hecho abrió una separación insalvable que nunca fue cerrada entre ambos.

Retornando a las acciones tendientes a la aplicación del plan para la independencia continental, aunque sin mencionarlo directamente en su epistolario con uno de los diputados mendocinos al Congreso de Tucumán de 1816 le expreso claramente cuál era la línea de acción que debía emprenderse:” Puede demostrarse geométricamente que si Chile continua en poder del enemigo dos años más, no solamente hará la ruina de estas provincias, sino que jamás se le tomará. Por otra parte, los esfuerzos que se hagan en el PERÚ serán malos. Lima bien afirmada será siempre el azote de la libertad y se extenderá, o por lo menos hará de Chile la ciudadela de la tiranía(Carta a Tomas Godoy Cruz doc. cit.)

Esto implico de entrada una modificación del plan general adaptándolo a la nueva situación.

Y todas las precauciones que adopto a partir de entonces tanto para cruzar la Cordillera desde las instrucciones a Alvarez Condarco explorando los pasos como un observador propio confiable hasta las instrucciones de reserva que impartió a todos, desde jefes a simples soldados, ambas fueron estrictísimas y estuvieron dirigidas en ese sentido.

Cumplido el cruce de la cordillera y el arribo a Chile las fuerzas realistas estaban más o menos dispersas en torno a la cuesta de Chacabuco, pero la posición elevada que ocupaban les dio una ventaja que aprovecharon muy bien diezmando inicialmente a las unidades atacantes. Situación superada por el avance cumplido por el mismo San Martin que con su accionar supero el retraso de Estanislao Soler y el adelantamiento de Bernardo O’Higgins en la primera fase de la batalla.

Las disputas entre ambos subordinados desligando responsabilidades por lo sucedido al inicio de la batalla, las importantes bajas sufridas en sus tropas más confiables y el guarecimiento de los vencidos en la plaza de Talcahuano, Justamente el puerto desde donde debía emprenderse la segunda fase del plan de operaciones, le advirtió a San Martin que el proyecto iba a verse irremediablemente demorado en su formulación original.

La victoria de Chacabuco había sido solamente un éxito parcial, con un tropezón como muy bien lo caracteriza el Cnel.  Argentino Carlos Pissolito. Y ello explica el ulterior breve y preocupado parte informativo de los hechos al gobierno de Buenos Aires, por parte de San Martin.

Tampoco la obra pictórica de la batalla de Chacabuco del pintor chileno José Tomas Vandorse (Autoría 1850) fue muy apreciada en los medios históricos o militares de Chile, aun hasta el presente.

Y ello justamente por su veracidad histórica, allí la única bandera de las tropas patriotas que lucharon y aun murieron ese día fue la bandera histórica argentina y no luce ninguna otra, por una razón que no parece gustarles mucho recordar al Occidente de los Andes.

Por entonces y aun hoy día se conoce al periodo histórico comprendido entre el 18 de septiembre de 1810 día del primer gobierno patrio chileno y el 5 de abril de 1818 por la batalla de Maipú como parte del periodo de:” la Patria Vieja”.  En el que preponderaban dos banderas facciosas:  la carrerista de tres franjas paralelas de superior a inferior amarilla blanca y azul y la oponente con la misma geometría, pero en franjas roja, blanca y azul (2)

Y ninguna por sí misma representaba al Estado Chileno porque este simplemente no existía como tal. Por ello el Ejercito de los Andes que conducía un General Argentino solo utilizaba la Bandera Argentina, de lo cual Vandorse haciendo honor a la verdad deja constancia expresa.

La entrada triunfal a Santiago el 14 de febrero de 1817 fue apenas un premio consuelo en el que hábilmente San Martin se desligo de las responsabilidades de ejercer el gobierno. Que le fue ofrecido a él por vecinos notables. Algunos de los cuales, no mucho antes, no habían carecido de reparos en colaborar con el gobierno realista.

Optando por dejar el cargo a Bernardo O’Higgins, en definitiva, un chileno hijo legitimado de don Ambrosio O’Higgins, quien en el periodo realista había sido el primer Gobernador de la por entonces no pacificada Capitanía General de Chile.

Reteniendo San Martin exclusivamente para si el mando militar destinado a llevar adelante, en una carrera contra reloj, las diligencias de pacificación del país anarquizado y el recupero del puerto marítimo para continuar la marcha hacia el Perú. Según lo previsto inicialmente en el plan de operaciones.

La noticia de la victoria de Chacabuco llego a territorio argentino en un tiempo breve para las limitadas posibilidades de la comunicación por chasquis de la época.

Por ejemplo, la victoria de principios de febrero de 1817 fue recibida el 25 de febrero en Salta. Adonde Martin Güemes, estrecho colaborador de San Martin conocedor del plan continental y que ejerce el mando patriota en la guerra de recursos contra el enemigo realista en la ruta del norte, procederá a ordenar por escrito a todos los cuadros militares desplegados informar a sus hombres y a la comunidad del hecho y hacer un homenaje (***).

El periodo posterior a Chacabuco estuvo lejos de ser un periodo de calma en Chile.

Al retener los realistas la plaza de Talcahuano y existiendo al sur de Chile núcleos de resistencia que podían ser abastecidos por vía marítima. Y a su vez en el país profundo lleno de valles umbríos, desfiladeros montañosos y poblaciones aisladas se mantenía un estado de semi anarquía, que ante cualquier error que se cometiera en el bando patriota podían desencadenar   funestas consecuencias.

La guerra irregular para consolidar la independencia de Chile era imposible de evitar, con las consecuencias de retraso también inevitables, para la urgente continuidad del plan de liberación continental.

Mas de un año después de Chacabuco la batalla decisiva contra el poder realista aún no se había librado. Y es en esa situación que ocurre en marzo de 1818 la llamada sorpresa nocturna de Cancha Rayada. En la que en circunstancias confusas los realistas atacan el campamento patriota ocasionando bajas y la dispersión de buena parte de las tropas.

Salvándose de ello intacta la división Las Heras, sobre cuya estructura fue recuperada la cohesión en mínimo tiempo, recuperándose así el ejército para la ahora inminente batalla.

En abril de ese mismo año 1818 finalmente aconteció la acción decisiva para los patriotas con la batalla de Maipú. Y en esta oportunidad la victoria culmino el esfuerzo como expresamente lo dice San Martin: “Acabamos de ganar completamente la acción. Un pequeño resto huye: nuestra caballería lo perseguirá hasta concluirlo. La Patria es libre” (Literalmente)

La victoria retemplo los ánimos antes inquietos en Chile, pero también descubrió miserias, de las que dio cuenta posteriormente su asistente O’Brien cuando al capturar la correspondencia dirigida al vencido jefe realista San Martin tomo conocimiento de las defecciones de muchos que antes habían dudado de la posibilidad de una victoria patriota en Maipú. Pero el General, a pesar de ello, decidió destruirlas y olvidar todo, con palabras que el mismo asistente revelo muchos años después:” » ¿Y es usted, mi leal O’Brien,  quien espera que yo enlute a medio Chile para que el otro medio me execre como el mayor de los tiranos? ¡El miedo, O’Brien! El miedo y la bolsa han dictado esas cartas. Desaparecido él, todos esos hombres volverán a ser buenos patriotas.»(Fuente citada)

 También esta vez, al igual que con la victoria de Chacabuco, la noticia cruzo los Andes y fue recibida jubilosamente entre los verdaderos patriotas.  merece recordarse entonces lo expresado por Martin Güemes,  el 27 de abril de 1818, en carta a San Martin:” …las armas de la Nueva Nación manejadas por la diestra mano de VE. Repiten sus triunfos, dando mayor timbre al valor americano y sirviendo de terror y espanto al orgulloso enemigo. Que muy pronto vera este que el estandarte de la libertad flamea en sus mismos muros los que supone impenetrables. Ya pues que la suerte no ha querido que al lado de VE. tenga mi espada una pequeña parte en la gloria del día cinco del actual igual tengo el honor de acompañarle desde aquí” (3)

La victoria de Maipú significo la definitiva terminación de la dominación realista en Chile, el hecho era irrefutable. Pero no significó la apertura de un periodo paz sino la apertura de un ciclo de guerras irregulares que los historiadores militares chilenos han llamado de “la guerra a muerte”.     Librada entre el gobierno de Santiago y bolsones de resistencia rural araucana coludidos con sectores realistas sobrevivientes. Esas acciones comprometieron fondos y hombres en el mismo momento en que se estaban organizando los preparativos navales para la expedición libertadora al Perú. Y ese conflicto interno según las mismas fuentes se prolongó por largos años aun después de terminada la guerra de la independencia (4)

Y entretanto mientras culminaba la campaña libertadora de Chile también sucedían graves hechos en las Provincias Unidas del Plata expuestas a las guerras civiles entre el poder unitario centralista de Buenos Aires y las provincias federales del interior y el litoral. Las que se venían gestando desde tiempos anteriores.

Esta vez la chispa detonadora surgió cuando el Congreso de las Provincias Unidas, el mismo que había declarado la Independencia en 1816 en Tucumán, ahora instalado en Buenos Aires procedió en 1819 a dictar una Constitución Directorial, como se la denominó, la que fue rechazada por todas las provincias generando un conflicto que no tardo en pasar a vías de lucha armada.

Las dos fuerzas militares existentes el Ejercito del Norte comandado por Manuel Belgrano juro acatamiento a la norma y el Ejercito de los Andes Comandado por San Martin también lo hizo. Pero cuando fueron convocados por el gobierno de Buenos Aires para reprimir a las provincias el único que a desgano acepto cumplir esas órdenes fue el del Norte. San Martin se negó a usar las armas de la Independencia en luchas civiles, lo cual le valió que el gobierno de Buenos Aires intentara su separación del comando del Ejército de Los Andes y del gobierno de Cuyo, hecho que no se produjo porque el pueblo cuyano se opuso masivamente.

En esas circunstancias la fase final del emprendimiento libertador al Peru estuvo en su momento de mayor compromiso, cuando la frontera norte del Alto Perú quedo defendida solo por las guerrillas de Güemes y la causa de la libertad continental quedo sostenida en Chile y Argentina contra todos los embates adversos por muy pocos americanos.

San Martin que aún se mantenía en Mendoza fue convocado a Chile por O’Higgins y el congreso chileno, previo reconocimiento de su rango de General y le encomendó la responsabilidad de organizar la expedición libertadora al Perú.

Había llegado la hora del esfuerzo supremo y en la frontera norte una vez mas Güemes como Gobernador de Salta expreso a fines de 1819 en un largo documento público dirigido al Cabildo de Jujuy y a las autoridades que de el dependen cual es el criterio a seguir en apoyo de la expedición que comandaría San Martin: “la dignidad de nuestra causa exige de nosotros ilimitados sacrificios y el majestuoso aspecto que ha tomado debe valorizar nuestro entusiasmo contribuyendo con nuestros esfuerzos hasta verla colocada en su mayor esplendor. El Señor General San Martin ha pasado la cordillera y sé con certeza que activa las medidas para verificar la expedición a las costas de Lima. En este caso es indudable que el Excmo. Señor General Belgrano pondrá en marcha su ejercito al Alto Perú y no es regular que esta provincia se muestre indiferente en los pasos que se vienen. Por este principio he decidido reunir en junta general a las corporaciones, comandantes y primeros ciudadanos de esta provincia para meditar y resolver la clase de auxilios que le podemos proporcionar al ejército” (Obra citada.)

Pero en las Provincias Unidas del Rio de la Plata los hechos se precipitaban, el ejército del norte convocado a Buenos Aires se amotino finalmente en la localidad santafesina de Arequito en enero de 1820 negándose a participar en luchas civiles contra los caudillos federales del Litoral, alzados en armas contra el gobierno de Buenos Aires (7)

Y finalmente en agosto de 1820 al comando supremo de San Martin la expedición marítima libertadora con bandera chilena tuvo que partir finalmente hacia el Perú a continuar la última fase del plan continental libertador, desligado de toda ayuda oficial del oriente de los Andes.

Y en cuanto a Martin Güemes continuo manteniendo con sus milicias de gauchos la custodia de la frontera altoperuana enfrentando en soledad el peligro de las incursiones realistas. Cumpliendo tenazmente así la misión encomendada por San Martin, hasta su muerte acaecida en junio de 1821 cuando cayó en combate (8)

NOTAS

(1)

“Memoria para la historia de las armas españolas en Perú” Gral. Andrés García Camba -Edición 1846- COPIA.

(2)

“Historia de Chile” Francisco Frías Valenzuela Ediciones Zigzag 1979

(3)

“Güemes Documentado” Tomo IV   Luis Güemes Edición Plus Ultra Bs As 1980

(4) “Síntesis histórico Militar de Chile” Gral. Agustín Toro Dávila

Editorial Universitaria Edición 1976

(5) “Rescatando a la Constitución de 1819” Profesor Claudio Marcelo Robustelli. EDICIONES Instituto Superior Dr. Arturo Jauretche Bs.As.

(7) “AREQUITO ¿Por qué se sublevo el ejército del norte? Cnel. Mario Arturo Serrano Bs As 1996 Circulo Militar

(8) “De la Cruz del Sur hasta el Trópico-Narraciones y semblanzas iberoamericanas” Carlos Alberto Moreno Edición 1996 auspiciada por Banco Almafuerte Comodoro Rivadavia -Patagonia Central.

Carlos Alberto MORENO JUAREZ

Abogado – Responsable Zona Sur del Instituto Superior Arturo Jauretche

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