En un artículo de la influyente revista “Foreign Affairs” se publicó un artículo de Adam Posen, titulado “ The End of China’s Economic Miracle”, en el que se interroga si la economía china está sufriendo una crisis momentánea o una más profunda.
La respuesta es fundamental, ya que nuestro país tiene a China, no sólo como uno de sus principales socios comerciales, también, nuestras exiguas reservas monetarias están en su moneda.
Tras las restricciones impuestas por la pandemia y de otros problemas asociados con ella; se tenía la esperanza de que la economía china repuntara. Efectivamente, varias áreas de su economía crecieron; pero los datos del PBI mostraron un crecimiento débil. Por lo que los pronósticos, otrora optimistas, se tornaron más cautelosos.
Varios analistas achacan culpas al gobierno chino de haber subestimado esta situación y hablan de un síndrome de “COVID económico prolongado”. Como les pasa a muchos pacientes que han sufrido esa enfermedad, el organismo económico de China, no ha recuperado su vitalidad plena.
Incluso, algunos entre ellos, se atreven a comparar la actual crisis china con la japonesa, cuando el llamado «milagro japonés», vivido por el país desde los años 1960 hasta los años 1980; se contrajo de un promedio del 10% a un 5% en los años 1970 y a una media del 4% en los años 1980.
El crecimiento redujo su marcha notablemente a finales de los ochenta y durante la década de los noventa, en lo que se ha conocido como la década perdida; en gran parte debido al fracaso del Banco de Japón de bajar las tasas de interés con la suficiente rapidez para contrarrestar los efectos del colapso de la burbuja inmobiliaria sufrida a finales de los años 1980.
A diferencia de lo sucedido con Japón, lo de China -de acentuarse- tendría verdaderos alcances globales; pues es la economía más interconectada del mundo, ya que la mayoría de los países la tienen como su principal socio comercial.