Como si faltara algo para echar por tierra el cacareado orden internacional basado en reglas, el Estado de Israel, en la figura de su primer ministro ha declarado persona non grata a la propia ONU, tras el discurso de su secretario general, en el que le reprochaba no cumplir con las resoluciones de esa organización respecto de Palestina.
Benjamín Netanyahu ha cometido dos errores al precio de uno. El primero, haberse olvidado que el Estado que hoy él gobierna es hijo de una resolución de la ONU de 1948 y el segundo, poner un clavo más en el ataúd del precario orden internacional del que “disfrutábamos” hasta el momento.
Aunque bien pensado, se le escapa al primer ministro israelí un error más peligroso. Cual es que si su país, ha podido -más o menos- sobrevivir hasta este momento ha sido merced, entre otras muchas cosas, a ese precario orden internacional. El que desaparecido éste, no quedará en pie en las RRII, otra cosa que la ley de la selva y, en definitiva, la de los más fuertes.
Y es que Israel, aunque no lo parezca, no se encuentra ya entre los más fuertes. En primer lugar porque está perdiendo su “moral high ground” al someter al pueblo palestino a los mismos excesos que llevaron a la ONU a la creación de un Estado para los judios. Y porque sigue viviendo en una complicada vecindad plagada de enemigos. A los que ha derrotado a todos en sucesivas guerras convencionales. También, por su aliado mayor, los EE.UU no se encuentra, precisamente, atravesando su mejor momento. Pero, que no ha encontrado la forma de hacerlo contra las organizaciones no estatales que le oponen resistencia.
