Un viejo adagio militar reza que a los aficionados les gusta hablar de táctica y de estrategia, pero que a los verdaderos profesionales, de logística y de economía. Tal como parece ser el caso de la confrontación, cada vez más abierta, entre Rusia y la OTAN. Ya que a medida que transcurren los meses va quedando claro las dificultades de Occidente para mantener el esfuerzo de su “proxy” ucraniano.
Los problemas, en ese sentido, parecen acumularse. Para empezar, la salida intempestiva del líder republicano de la Cámara de Representantes de los EEUU por apoyar al presupuesto presentado por la administración demócrata y que incluía un sustancioso crédito para el envió de armas a Ucrania, ha quedado, ahora, en suspenso y sin fecha cierta de concreción.
Se suman a éste y que es el principal aporte al esfuerzo de guerra ucraniano, la confesión por parte de las autoridades de defensa británica de que ya han agotado las existencias, tanto de materiales como de municiones disponibles para enviar a Ucrania.
Como si esto fuera poco, otros socios menores de la OTAN como la Hungría de Viktor Orban o la Eslovaquia de su nuevo presidente pro-ruso, Robert Fico, buscan ralentizar y hasta detener todo apoyo a la causa ucraniana. Los que se suman a las numerosas y anteriores quejas de Polonia vinculadas con temas tales como la exportación ucraniana de granos a través del río Danubio o a viejas disputas por territorios fronterizos.
Tampoco, parecen ayudar a Ucrania sus relaciones públicas, muy heridas tras el homenaje en el parlamento canadiense de un ex miembro de las Waffen SS y el más significativo hecho de que no se le permitiera a Bolodomir Zelenski hacer uso de la palabra ante el Senado de los EEUU, pocos días antes.
Todo ello nos lleva a concluir que la mejor opción que le queda, tanto a la OTAN como a la propia Ucrania, es llegar a un acuerdo de paz con Rusia que reconozca el actual status quo de los oblasts del Donbass, actualmente, en poder ruso y que renuncie a su militarización e integración a la alianza atlántica. Caso contrario, la evolución de los actuales acontecimientos, bien pueden tornarse impredecibles, no sólo para Ucrania, sino para el resto de Europa y del Mundo.