Afirma la sabiduría popular contenida en una copla de nuestro Martín Fierro que “No hay tiempo que se acabe ni tiento que no se corte”.
Tal parece ser el caso del apoyo irrestricto de los EEUU, de la UE y de la OTAN a su socio putativo de Volodomir Zelenski. Al respecto, las señales sobran y nos indican que pronto ese apoyo pasará del furor de los primeros días al abandono y a la indiferencia.
Por ejemplo, no se le permitió -por exigencia de la bancada republicana- que el líder ucraniano se dirigiera al Congreso de los EEUU. Se suma a ello ele escándalo ocasionado en el parlamento canadiense, donde sí puedo hablar en un increíble homenaje a un ex oficial nazi de las Waffen SS y que ha ocasionado una verdadera tormenta política en el Canadá.
Pero, aún más importante son las declaraciones, muchas veces cibelinas pero lo suficientemente claras de los líderes militares y de la inteligencia estadounidense en el sentido de que Ucrania ya no puede ganar esta guerra.
En forma paralela, se ralentiza la entrega del material bélico prometido por Occidente a Ucrania, a la par que se le niega el acceso a misiles de largo alcance con los que Ucrania pudiera atacar la profundidad del territorio ruso.
Finalmente, cualquier memorioso podría citar el repetido hecho que lo que está por acontecer, el abandono de Ucrania, no constituye nada nuevo y que está en consonancia con la conducta de los EEUU en otras guerras impopulares como las de Vietnam, Irak o Afganistán.
