EDITORIAL: DUNKEN Bs.As
AÑO: 2010
REEDICION: El bicentenario con visión patagónica. Ediciones de la Biblioteca del Congreso de la Nación Argentina Bs.As, Año 2010
En realidad se trata de una misma obra, la primera editada en enero de 2010, presentada por la editorial DUNKEN en la Feria del Libro del Autor al Lector de ese año y en la Feria Internacional de Frankfurt del mismo año. La recepción que la misma tuviera y su carácter de edición limitada implicó el segundo emprendimiento a cargo de la Biblioteca del Congreso de la Nación destinada a su distribución gratuita a bibliotecas públicas, establecimientos escolares y centros de estudios y de difusión nacionales y extranjeros.
Como lo refiere la gacetilla de prensa para la primera edición, anunciando la apertura de la Feria del libro en el año del bicentenario de la Emancipación Argentina publicado por la editorial la obra es: “un ensayo narrativo en el que a partir del análisis temático y vivencial de dos personajes históricos Arturo Jauretche y Juan Domingo Perón, se incursiona en los hechos de más de un siglo de vida política argentina. Poniendo el acento en relacionar acontecimientos de la política internacional con su indudable incidencia en el plano regional. Complementariamente se incorporan otros enfoques sobre los mismos temas, como por ejemplo el mundo al comienzo del presente siglo, haciéndolo en base a la misma metodología analítica y siempre con la perspectiva de un observador patagónico. Cerrando su trabajo con reportajes y notas periodísticas publicadas en distintas épocas, en que en base a una pluma siempre afilada, mantiene una prédica incansable sobre los temas que indudablemente le preocupan al autor y sobre los que persiste en llamar la atención de las nuevas generaciones de estudiosos pero fundamentalmente de jóvenes estudiantes”
Ambas obras fueron prologadas por Lorenzo Pepe, un militante sindical del peronismo histórico, y responsable del Instituto Juan D. Perón destacando que el autor vuelve sobre cosas sabidas, pero que igualmente encuentra matices diferentes en ellas, aun para los que vivieron personalmente las cosas que allí se cuentan. Y el otro prólogo fue confeccionado por el periodista nacional Enrique Oliva, fallecido apenas unos meses antes de que saliera la primera edición, habiendo sido éste su último prólogo. Este esfuerzo póstumo es de una enorme minuciosidad y hace las veces de un lazo de correlación entre los temas históricamente lejanos que describe el autor y las coincidencias con temas del inquietante presente que abarcan a ambos.
La única diferencia entre las dos ediciones, por la de Editorial DUNKEN y la de la Biblioteca del Congreso de la Nación es el apéndice final del segundo trabajo, que fue redactado por el analista quebequense Pierre Ostiguy. El cual por provenir de un estudioso residente en otras latitudes pareciera sugerir una visión distante de asuntos tan intrínsecos a la vida política latinoamericana y más aun la de Argentina. Pero que a fin de permitir superar esta primera impresión por inexacta se transcribe literalmente tal como fue redactada por el comentarista de Quebec.
APÉNDICE
Comentario acerca de: “EN LA PUERTA DE DOS CENTENARIOS”
Carlos Moreno nos hace conocer en este libro, desde lo personal, humano y vivido, dos de los más grandes personajes “nacionales” de la historia Argentina: Perón, en relación a la conducción política argentina, y Jauretche, desde lo intelectual y sus–más de veinte–verdades. Encontramos ahí, pues, personajes de la historia, en vivo. Lo que Moreno nos ofrece es también, de un cierto modo, una visión nacionalista, y dentro de ella, patagónica (incluso un Perón patagónico), de la historia y de algunos de sus grandes hombres.
El propósito es, creo, transmitir a los mas jóvenes (y quizá rememorar para los de su propia generación) un pasado vivido y formador de identidades tanto personales como colectivas, desde las mateadas esclarecedoras con el polémico Don Arturo hasta los bombardeos de Plaza de Mayo. Hasta se podría decir que Carlos Moreno quiere efectuar, yo diría, un “trasvasamiento generacional”. Y sin la menor duda, En la Puerta de Dos Centenarios es un libro intenso, escrito con mucha pasión. Tal como escribí sobre el tema. He aquí un -placentero- riesgo para mí: el de pasar de la torre de marfil a la comunidad de los “abrazos peronistas”, es decir, de los compañeros. Se trata de la comunidad –que en algún momento se quiso tener organizada.
El libro no deja de tener sus paradojas, como lo pide la realidad. Una de las secciones más bellas del libro es sobre “hombres y animales en el paisaje patagónico”, en donde la descripción por parte de Moreno de las grandes soledades de la Patagonia–que él conoce como muy pocos lectores porteños–pasa, como lo hizo el mismo Sarmiento un siglo y medio atrás en su controvertida obra maestra, por los desiertos del antiguo mundo –el Kalahari reemplazando aquí las evocaciones del desierto patagónico. Es que en ambos casos, se quiere hacer conocer al lector una realidad “remota” pero presente, que conoce íntimamente. Pero que no se asemeja de ningun modo a los cafés de la calle Corrientes o a las metrópolis de Europa. Así mismo, la perspectiva nacionalista de Moreno nos lleva durante buena parte del libro a Europa–la que conoció Perón—y, más aún, extensivamente a los escritos del muy poco argentino Winston Churchill.
Como historiador nacionalista y peronista, la comunidad-muy sentida-de Carlos Moreno también tiene su “Otro”, siempre presente: el imperio británico –sobre el cual, como se solía decir antes, el sol nunca se acostaba. En ese tema, sorpresivamente, se tejen vínculos de solidaridad con el presente autor, como Québécois, ya que también “los Ingleses” fueron nuestro “Otro” –fuimos conquistados hace dos siglos y medio por el Imperio (aún si en las últimas décadas no nos fue tan mal). Lo que pocos saben es que el mismísimo General Perón fue el primer líder mundial, antes de cualquier otro, en apoyar desde su exilio en Madrid el movimiento independendista quebequense. Antes de De Gaulle. Por cierto Perón escribía muchas cartas, en aquel entonces, forjando desde lo nacional los vínculos menos esperados a nivel internacional. Pero sin dudas, las antiguas heridas dejan huellas en el presente. No puedo dejar de acordarme que durante la guerra de las Malvinas, en 1982, mientras el Canadá de habla inglesa apoyaba fervorosamente a Inglaterra, surgían apoyos en el Québec a este otro pais “latino” del sur del continente.
Después de haber leído el libro entero, no pude dejar de pensar en las famosas palabras de Ernest Renan, quien mejor definió lo que es una nación. Mientras se citan siempre las mismas frases de su célebre alocución de 1882, en realidad son otras las más importantes y las más cercanas al espíritu de la segunda parte del libro de Carlos Moreno. Una nación no es solamente “haber hechos grandes cosas juntos y querer hacer más todavía”, sino, como lo enfatiza Renan, “haber sufrido juntos”. Renan escribe que uno ama en proporción a los sacrificios que uno ha consentido, de los males que uno ha sufrido. Es decir, la nación es una gran solidaridad, constituida por el sentimiento de sacrificio que uno hizo y de los que uno está dispuesto por hacer todavía. Y supone un pasado. “Somos lo que fueron.” Esas palabras de Renan expresan mejores que las mías el espíritu mismo –y yo diría el intento, también–del libro de Carlos Moreno, En la Puerta de Dos Centenarios, sobre Jauretche, Perón, y el peronismo en la historia.
Es que para mi, el sentimiento de identidad, como lo escribí varias veces, está en el corazón de lo que casi se podría llamar la “nación”, o mejor dicho, el “pueblo peronista”. Y eso se combina con una narrativa muy específica, que se olvida de unas cosas y enfatiza otras. Por supuesto, como en cualquier familia grande, este sentimiento no siempre se traduce en armonía, pero la identidad (con la historia y su sentimiento) está. De ahí también las fronteras a veces grises entre peronismo y nacionalismo, desde mitad del siglo veinte.
Lo más valioso del libro, para mi, sigue siendo el acercamiento desde lo personal, es decir lo vivido o el ámbito conocido, a Jauretche y Perón. De ese modo, Moreno nos ofrece un Perón patagónico, muy anterior al de la fama con Evita. En el principio en su tierra patagónica, en las turbulencias posteriores y en su exilio, en donde la persona está forzada a reencontrarse consigo misma y que Perón añoraba. Este libro trata, pues, del ancla.
Los estudiantes de hoy leerán con envidia como en los tiempos de la juventud de Carlos Moreno se podía invitar a un personaje célebre como Arturo Jauretche y pasar horas y horas, en la casa estudiantil de Nueva Córdoba, conversando con él, interrogándolo, pasándose el mate. Es una forma de instrucción que ya no se puede conseguir en la duración de una clase, en la facultad de hoy. Y eso, obviamente, ya casi medio siglo después, deja sus huellas en el autor. Ese contexto íntimo (que ahora solo se consigue en los liberal arts. colleges mas caros o en un postgrado) permite al invitado famoso opinar sobre sus propias creencias, corrigiendolas, yendo ya al corazon del asunto para uno. Desde la otra vereda, escuche exactamente lo mismo de parte de estudiantes de sociología que fueron a la casa de José Luis Romero o Gino Germani, en tiempos difíciles para el anti-peronismo socialista. Mientras las ciencias sociales proclaman por todas partes la importancia de la “institucionalidad”, de modo interesante son esas experiencias tan poco institucionalizadas-y tan típicas de la Argentina-que dejaron sus huellas mas profundas sobre ávidos jóvenes, quienes desean perpetuar un cierto pasado y una identidad intelectual y política–como me pasó a mí también, hace ya varias décadas, recién bajado del avión.
Solo puedo desear lo mismo a las jóvenes generaciones, desde el Chubut y Santa Cruz en la Patagonia, hasta Jujuy y Formosa, a lo largo de todo el territorio argentino.
Pierre Ostiguy
Profesor de estudios políticos
Bard College New York
Enero 2010
